CONNY ROJAS SANIN, POETA COLOMBIANA
Medellín, Colombia 1998
El maestro Orlando Arias, en su extenso
bagaje dentro de la plástica, nos va dejando su legado artístico exhibiendo con
destreza una cromática rica en expresiones, en simbolismos, en investigación,
en técnicas y en contenido.
Para este gran pintor el arte, es libertad, es el
resultado de una vivencia interna o colectiva.
En los rostros andinos, concibe la
mujer de la cultura Inca como un Dios en su aspecto femenino, la idealiza y
exalta dentro de una concepción exótica. Para esto, el maestro Arias, prepara
sus lienzos en relieve para lograr texturas que: al aplicar el acrílico, le
permite enfatizar en la mirada virtuales sensaciones de ternura y sensualidad,
impregnadas de un embrujo poético, característico de la raza Aymara.
Dejando huellas de vida en su paso por
Cochabamba, Tarata y Totora, el maestro Arias ha pintado al natural una
acuarela magistral con un estilo costumbrista que refleja la esencia de su
nostálgica Bolivia.
Una semblanza romántica y poética lo
lleva al paisaje donde se advierte una tendencia impresionista clásica en el
color, en la luz, en las atmósferas y perspectivas, que le dan la posibilidad
al espectador de mirar desde un punto determinado del cuadro para apreciar un
hermoso conjunto de naturaleza en armonía con el cielo, las montañas, las
calles, las aldeas, donde todavía no llega la civilización.
Con un trasfondo filosófico profundo
que parte de la frase célebre de un poeta boliviano Man Césped "En lugar
de pensamientos daré frutos" Orlando Arias, se afianza en la abstracción
para conseguir la libertad con un sentido real y natural no robotizado.
La obra de este artista autodidacta,
que ya cuenta veinte y dos años de dedicación y mística en el parnaso de la
plástica latinoamericana, llega a un número cercano de dos mil cuadros que se
conservan en colecciones privadas de Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia,
Venezuela, Panamá , Costa Rica, México, Estados Unidos, España, Francia y
Holanda.
Me complace, me deleita y me emociona,
presentar a este gran maestro para el que la pintura es una necesidad vital, es
como respirar, o escuchar el constante latido de su propio corazón.
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