sábado, 19 de mayo de 2012

Metarealismo, una mirada del más allá

Por BENITO DE DIEGO GONZALEZ
Miembro de la Asociación Española
y de la Madrileña de Críticos de Arte




               Comisariado de nuevo por “Arte y Artista”, vuelve el pintor a esta institución, para exponer una amplia muestra de su pintura en la Fundación para la Paz, Ronda de Segovia, 50, Madrid.
               Orlando Arias Morales, nos trae la riqueza de los colores del Valle boliviano donde se sitúa su Potosí natal, (1954), y una larga y fructífera carrera con exposiciones, desde 1976, en las más importantes ciudades de Bolivia, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Chile, Estados Unidos, Italia, Bélgica, Francia y España.
               La pintura de este artista expresa un meta-realismo, que supera la memoria de los sueños, para introducirse en los espacios que penetra la fantasía. Sus figuras son paradigmas esquemáticos de actitudes vitales, en las que recoge la esencia del gesto.





              Sus “Caretas” y sus “Danzantes” expresan los arquetipos de las expresiones de actitudes y emociones, pasando la figura a ser sin más el soporte de estos abstractos gestos y ademanes.
               Su paleta tiene sus raíces, no solo en el Valle de donde es oriundo, sino también, como él dice, “en el influjo que los ancestros ejercen sobre el alma de cada uno”, ya que, en efecto, la riqueza de colores de su paleta y el empleo de los contrastes es muy propio de aquellos países andinos, en los que transcurrió su infancia y sus primeras impresiones vitales, de las que toda persona es feudataria.
               Como sucede con el maestro guatemalteco Elmar Rojas, en la obra de Orlando Arias aparecen los colores que dan vida a un mundo cromático riquísimo, alimentado permanentemente por la realidad folklórica y popular de su país.
               J.L. Montané ha definido a este pintor como un “metafísico” y lo es porque su visión de los actos reales abarca a lo que trasciende de la evidencia, para plasmarlo en su pintura con “una mirada del más allá”.
               Ante su pintura nadie queda indiferente, pues, por demás, la estética formal de su pintura es atrayente.
                Sus obras retienen al espectador expectante, indagando para descubrir la total intencionalidad de lo que observa y las claves que contiene.



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